Título original: Never Judge a Lady by Her Cover
Autor/a: Sarah MacLean
Editorial: Versátil
Pág. aprox.: 416
Precio aprox.: 19.50
Saga Las reglas de los canallas
1. Un canalla siempre es un canalla (Reseña)
2. Amor con amor se paga (Reseña)
3. No hay amor sin espinas (Reseña)
4. Nunca juzgues a una dama por su apariencia
Sinopsis
Durante el día, ella es lady Georgiana, hermana de un duque que se vio arruinada por el peor de los escándalos antes de ser presentada en sociedad. Pero la verdad es todavía más sorprendente porque durante la noche, es Chase, el misterioso y desconocido fundador del club de juego más legendario de Londres. Durante años, su doble identidad ha permanecido en secreto… hasta ahora. El brillante, poderoso y atractivo Duncan West se siente muy intrigado por la hermosa y decadente mujer que es su contacto con el mundo de la oscuridad. Sabe que ella es más de lo que parece, y se propone revelar todos los secretos de Georgiana, descubrir su pasado, amenazar su presente y arriesgar todo lo que le es querido… incluyendo su corazón.
Opinión
Cuatro aristócratas, el mejor club de juego de Londres, intrigas y secretos y el amor que termina redimiendo a estos canallas. Esos son los ingredientes de la que se ha convertido en una de mis sagas favoritas, Las reglas de los canallas, y uno de mis mejores descubrimientos de mi vida lectora. Quién me iba a decir a mí que después de darle una oportunidad a este género que siempre me ha llamado la atención, pero que nunca había probado, acabaría tan maravillada. Y gran parte de culpa la tiene el original estilo de Sarah MacLean y, por supuesto, sus canallas, a quienes echaré de menos y a los que me encantará volver a visitar en un futuro.
Después de quedar prendada de Bourne y su fuerte temperamento, de admirar la inteligencia del astuto Cross y de adorar la ternura que se escondía en la fortaleza física de Temple, le tocaba el turno al misterioso y elusivo Chase, el fundador de El Ángel Caído, el mejor club de los bajos fondos de Londres. Tras el epílogo de No hay amor sin espinas por fin se revelaba la verdadera identidad de este aristócrata con un poder tan inmenso como el de un rey y, aunque por la sinopsis de Nunca juzgues a una dama por su apariencia ya sabía quién se escondía bajo el nombre de Chase, ha sido toda una sorpresa descubrir las razones que llevaron a Chase a convertirse en el rey de la oscuridad y, por supuesto, a ver cómo lograba alcanzar su merecido final feliz.
Georgiana Pearson, hija de un duque y hermana de otro, fue víctima de un escándalo antes de poder ser presentada en sociedad. Tras huir a Yorkshire y poner en orden sus prioridades la joven Georgiana decidió que se vengaría de todos aquellos que se burlaban de ella y de su hija. Así nació Chase, que con la ayuda de tres aristócratas caídos en desgracia, construye El Ángel Caído, el club al que todo Londres desea pertenecer. Sin embargo, si Georgiana quiere asegurarle un futuro a su hija Caroline sabe que debe volver a la sociedad que la rechazó para poder contraer matrimonio. Para ello contará con el apoyo de Duncan West, el dueño de los periódicos más importantes de la ciudad. El periodista se siente irremediablemente atraído por esa mujer que vive entre la luz y la oscuridad y se propone descubrir todos sus secretos al mismo tiempo que oculta los suyos. Entre Georgiana y Duncan la atracción es cada vez mayor y, tras acceder a un trato, no sólo pondrán en peligro sus secretos, sino sus corazones. ¿Será capaz de sobrevivir el amor entre tantas mentiras y medias verdades?
En Nunca juzgues a una dama por su apariencia nos encontramos a dos protagonistas luchadores, con un pasado que llevan consigo a cada paso que dan, pero que cada día intentan superar. Georgiana Pearson ha sufrido las consecuencias de su error durante años, pero lejos de permitir que la sociedad dictamine sus acciones, la joven se ha convertido en la reina de la oscuridad a la que todos temen y respetan y, lo mejor de todo, es que nadie conoce su identidad. Como viene siendo costumbre con las heroínas de Sarah MacLean, Georgiana es una mujer fuerte, decidida, independiente y muy segura de sí misma, dispuesta a lo que sea por proteger a su pequeña Caroline, una niña muy madura para su edad que será clave para la felicidad de su madre. Debido a su pasado Georgiana no cree en el amor pero, cuando se trata de Duncan West, descubre que quizás no sabía lo que era el amor romántico hasta ahora.
Duncan West es un hombre poderoso, inteligente y muy atractivo. Lleva años siendo aliado de El Ángel Caído, ya que el club le proporciona información preciada sobre los aristócratas de Londres que llene las páginas de cotilleo de sus periódicos. Lo que no saben los fundadores del club es que Duncan guarda sus propios secretos, unos secretos que amenazan con destruirlo de la misma manera que pondría en peligro a Georgiana que se supiera la identidad de Chase. Ha sido el pasado de Duncan una de las cosas más interesantes de la novela y que me ha mantenido enganchada, preguntándome porqué no le daba una oportunidad a lo suyo con Georgiana, qué era lo que tenía el conde Tremley contra él.
El amor que va surgiendo poco a poco entre Duncan y Georgiana es otro de los aspectos que más me ha encantado de esta última entrega de Las reglas de los canallas. La atracción entre ellos es inmediata desde que se conocen, pero la desconfianza que no pueden evitar debido a sus secretos les impide ver que están hechos el uno para el otro. Sin embargo, eso no les impide establecer un acuerdo para mantener una relación física que ambos saben que no podrán soportar cuando tengan que dejarlo. Aún así, ambos se arriesgan y pronto descubren que entre ellos podría haber algo más que eso, aunque antes deberán superar sus pasados para poder empezar un futuro juntos.
Pero si hay algo que me haya enamorado de Nunca juzgues a una dama por su apariencia es volver a reencontrarme con todos los protagonistas de las novelas anteriores de la saga. He adorado ver de nuevo a mi querido Bourne y a su encantadora Penelope, la mujer que consiguió convertir a ese marqués vengativo en un hombre dispuesto a abandonar su venganza por amor; a la inteligente y observadora Pippa, que logró que el encantador y sensato Cross se perdonara a sí mismo y le diera una oportunidad al amor; al protector y espontáneo Temple con su amada Mara, quienes parecían destinados a estar juntos a pesar de las circunstancias en las que se conocieron. Por no hablar de lo mucho que he disfrutado de las conversaciones en El Ángel Caído entre los cuatro fundadores, qué ha sido de ellos tras su final feliz, cómo se ayudan unos a otros y los consejos que le dan a Chase para que por fin acepte sus sentimientos. Ver de nuevo a todos estos canallas y a sus esposas me ha recordado lo mucho que adoro esta serie, que inevitablemente se han ganado un hueco en mi corazón de lectora.
Después de quedar prendada de Bourne y su fuerte temperamento, de admirar la inteligencia del astuto Cross y de adorar la ternura que se escondía en la fortaleza física de Temple, le tocaba el turno al misterioso y elusivo Chase, el fundador de El Ángel Caído, el mejor club de los bajos fondos de Londres. Tras el epílogo de No hay amor sin espinas por fin se revelaba la verdadera identidad de este aristócrata con un poder tan inmenso como el de un rey y, aunque por la sinopsis de Nunca juzgues a una dama por su apariencia ya sabía quién se escondía bajo el nombre de Chase, ha sido toda una sorpresa descubrir las razones que llevaron a Chase a convertirse en el rey de la oscuridad y, por supuesto, a ver cómo lograba alcanzar su merecido final feliz.
Georgiana Pearson, hija de un duque y hermana de otro, fue víctima de un escándalo antes de poder ser presentada en sociedad. Tras huir a Yorkshire y poner en orden sus prioridades la joven Georgiana decidió que se vengaría de todos aquellos que se burlaban de ella y de su hija. Así nació Chase, que con la ayuda de tres aristócratas caídos en desgracia, construye El Ángel Caído, el club al que todo Londres desea pertenecer. Sin embargo, si Georgiana quiere asegurarle un futuro a su hija Caroline sabe que debe volver a la sociedad que la rechazó para poder contraer matrimonio. Para ello contará con el apoyo de Duncan West, el dueño de los periódicos más importantes de la ciudad. El periodista se siente irremediablemente atraído por esa mujer que vive entre la luz y la oscuridad y se propone descubrir todos sus secretos al mismo tiempo que oculta los suyos. Entre Georgiana y Duncan la atracción es cada vez mayor y, tras acceder a un trato, no sólo pondrán en peligro sus secretos, sino sus corazones. ¿Será capaz de sobrevivir el amor entre tantas mentiras y medias verdades?
En Nunca juzgues a una dama por su apariencia nos encontramos a dos protagonistas luchadores, con un pasado que llevan consigo a cada paso que dan, pero que cada día intentan superar. Georgiana Pearson ha sufrido las consecuencias de su error durante años, pero lejos de permitir que la sociedad dictamine sus acciones, la joven se ha convertido en la reina de la oscuridad a la que todos temen y respetan y, lo mejor de todo, es que nadie conoce su identidad. Como viene siendo costumbre con las heroínas de Sarah MacLean, Georgiana es una mujer fuerte, decidida, independiente y muy segura de sí misma, dispuesta a lo que sea por proteger a su pequeña Caroline, una niña muy madura para su edad que será clave para la felicidad de su madre. Debido a su pasado Georgiana no cree en el amor pero, cuando se trata de Duncan West, descubre que quizás no sabía lo que era el amor romántico hasta ahora.
Duncan West es un hombre poderoso, inteligente y muy atractivo. Lleva años siendo aliado de El Ángel Caído, ya que el club le proporciona información preciada sobre los aristócratas de Londres que llene las páginas de cotilleo de sus periódicos. Lo que no saben los fundadores del club es que Duncan guarda sus propios secretos, unos secretos que amenazan con destruirlo de la misma manera que pondría en peligro a Georgiana que se supiera la identidad de Chase. Ha sido el pasado de Duncan una de las cosas más interesantes de la novela y que me ha mantenido enganchada, preguntándome porqué no le daba una oportunidad a lo suyo con Georgiana, qué era lo que tenía el conde Tremley contra él.
El amor que va surgiendo poco a poco entre Duncan y Georgiana es otro de los aspectos que más me ha encantado de esta última entrega de Las reglas de los canallas. La atracción entre ellos es inmediata desde que se conocen, pero la desconfianza que no pueden evitar debido a sus secretos les impide ver que están hechos el uno para el otro. Sin embargo, eso no les impide establecer un acuerdo para mantener una relación física que ambos saben que no podrán soportar cuando tengan que dejarlo. Aún así, ambos se arriesgan y pronto descubren que entre ellos podría haber algo más que eso, aunque antes deberán superar sus pasados para poder empezar un futuro juntos.
Pero si hay algo que me haya enamorado de Nunca juzgues a una dama por su apariencia es volver a reencontrarme con todos los protagonistas de las novelas anteriores de la saga. He adorado ver de nuevo a mi querido Bourne y a su encantadora Penelope, la mujer que consiguió convertir a ese marqués vengativo en un hombre dispuesto a abandonar su venganza por amor; a la inteligente y observadora Pippa, que logró que el encantador y sensato Cross se perdonara a sí mismo y le diera una oportunidad al amor; al protector y espontáneo Temple con su amada Mara, quienes parecían destinados a estar juntos a pesar de las circunstancias en las que se conocieron. Por no hablar de lo mucho que he disfrutado de las conversaciones en El Ángel Caído entre los cuatro fundadores, qué ha sido de ellos tras su final feliz, cómo se ayudan unos a otros y los consejos que le dan a Chase para que por fin acepte sus sentimientos. Ver de nuevo a todos estos canallas y a sus esposas me ha recordado lo mucho que adoro esta serie, que inevitablemente se han ganado un hueco en mi corazón de lectora.
Nunca juzgues a una dama por su apariencia es el final perfecto para una saga única, original e inolvidable repleta de canallas irresistibles y mujeres independientes. Voy a echar mucho de menos a El Ángel Caído, a sus carismáticos socios y a sus maravillosas historias de amor.
Autor/a
Sarah MacLean creció en Rhode Island, obsesionada con la novela romántica histórica y lamentando el hecho de haber nacido mucho tiempo después de poder participar en el debut de la temporada. Su amor por la historia la impulsó a licenciarse en el Smith College y en Harvard University, antes de decidirse, por fin, a coger pluma y papel y escribir su primera novela. Sarah vive ahora en la ciudad de New York con su marido, su perro y una impresionante colección de novelas románticas.
Web de la autora: http://www.sarahmaclean.net/
Gracias por leer...
Me muero de ganas por probar a esta autora, y tu reseña aún me ha dejado con más. De momento tengo su último libro publicado en España, Las Debutantes, para este verano. Si me gusta, seguiré con los de esta serie.
ResponderEliminarBesooos!!
Hola!
ResponderEliminarNo he leído nada de esta saga pero si he visto muy buenas opiniones de esta historia, han logrado llamar mi atención y quizás más adelante me anime a darle una oportunidad.
Que bueno que este final haya estado a la altura de toda la trama y que la hayas disfrutado mucho.
Gracias por la reseña.
Besos
Pdt: Soy nueva en tu blog, me quedo por aqui.
Pdt: Soy nueva en tu blog, me quedo por aqui.