miércoles, 9 de agosto de 2017

Cine: Lady Macbeth


Título: Lady Macbeth
Música: Dan Jones
Fotografía: Ari Wegner
Guion: Alice Birch (Novela: Nikolai Leskov) 
Dirección: William Olroyd
Reparto:
Florence Pugh, Christopher Fairbank, Cosmo Jarvis,
Naomi Ackie, Bill Fellows, Ian Conningham,
Paul Hilton, Joseph Teaguem Golda Rosheuvel, Rebbeca Manely

Sinopsis:
Inglaterra rural de 1865. Katherine vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea. (FILMAFFINITY)

Opinión:
Hace tiempo me dije a mí misma que no haría más entradas en el blog sobre nada que no fueran libros, ya que sentía que no interesaban y que las escribía más para mí que para quien quisiera adentrarse en mi pequeño y humilde espacio. Sin embargo, hace menos de una semana vi Lady Macbeth y fue tanta la impresión que causó en mí la historia de Katherine que no he podido resistirme a compartir mis sensaciones de esta fascinante, interesante y retorcida cinta sobre una inusual y compleja antiheroína que se hunde en una espiral de sangre que la llevará no sólo a descubrir su propia naturaleza, sino a descubrir sus propios límites. 


A primera vista y con tan sólo el puñado críptico de imágenes que ofrece su trailer, Lady Macbeth parece responder a la clásica historia de amor prohibido entre una mujer condenada a un matrimonio de conveniencia y un hombre de clase social inferior cuya mutua y desenfrenada pasión arrastrará a la pareja al asesinato por el que pagarán con la miseria y la infelicidad y, en última instancia, con sus vidas. Y, en cierto modo es así, pero jamás podría haberme imaginado el desenlace de este amor que pronto se convierte en una peligrosa obsesión. 

La joven Katherine es vendida al hijo del respetado señor Lester como esposa. Una situación que no es de su agrado, pero como mujer de su época lo acepta con la intención de hacer de las circunstancias lo mejor que pueda. Asumiendo el papel de esposa dócil, Katherine se somete a su marido, quien ni siquiera la toca y la obliga a permanecer confinada en la casa cual prisionera, y a su suegro, un hombre despiadado que no vacila a la hora de faltarle el respeto ni de darle órdenes con respecto a su comportamiento como mujer de la casa y esposa de su hijo. Los días pasan con una terrible monotonía que empieza a drenar a Katherine de vida y frescura y la sumen en un estado de apatía y amargura. Por suerte para ella, su marido se marcha durante unos días en los que Katherine vislumbra cierta libertad en los páramos que la rodean e, incluso, dentro de su propia casa. Los días pronto se convierten en semanas y será durante esa época cuando Katherine se embarque en un affair con Sebastian, un joven y descarado trabajador de la finca. Entre ellos pronto se desata una pasión como Katherine no ha conocido nunca, por la que está dispuesta a desafiar a la sociedad y a sus normas, pero también por la que está dispuesta a manchar sus manos de sangre si así consigue la ansiada libertad que tanto anhela. ¿Será el intenso y obsesivo amor suficiente para Katherine y Sebastian o acaso pesarán más en el alma los pecados cometidos? 

Lady Macbeth es una de las historias más fascinantes en su contradicción que he tenido el placer de ver. Sencilla, pero intensa. Apasionada, pero indolente. Discreta, pero discordante. La cotidianidad del entorno y del paisaje, la atmósfera desconcertante que se respira a lo largo de todo el metraje, el silencio que impregna toda la película y que sólo rompen los sonidos más mundanos, el diálogo conciso asignado a sus personajes y las expresiones y gestos contenidos se conjugan con una inquietante precisión que te mantiene en el borde del asiento y con el corazón en la garganta. Preguntándote qué ocurrirá a continuación. Hasta dónde llegará Katherine por defender ese amor obsesivo y hueco. Dudando de si, en realidad, a quien desea proteger no es a su amante, sino a la mujer en la que se ha convertido. Porque sí, en Lady Macbeth subyace un tinte feminista que nos recuerda cómo las mujeres eran consideradas poco más que posesiones que debían plegarse a la voluntad de los hombres, cómo se les privaba de la realización personal, la libertad sexual y de pensamiento. Una realidad que no hace más que evidenciar cómo Katherine, pese a sus errores, es sólo una víctima de sus circunstancias y que si actúa como lo hace es simplemente por nuestro deseo inherente a ser dueños de nosotros mismos. 


Con un excelente reparto encabezado por una magnífica Florence Pughquien debuta como protagonista en la gran pantalla y nos ofrece una interpretación soberbia como la impasible Katherine Lester, a la que acompañan Cosmo Jarvis como el rudo Sebastian, Naomi Ackie como la malograda Anna y un pequeño, pero acertado elenco que parece empeñado en entorpecer el camino de Katherine hacia la libertad, Lady Macbeth deja traslucir la idea de que, en realidad, todos y cada uno de los personajes no son más que víctimas de sus circunstancias, víctimas de la sociedad en la que han nacido, y que, a veces, simplemente se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sin embargo, no por ello quedará el crimen sin castigo, pero será el insospechado desenlace de esta historia, radicalmente diferente del libro homónimo en el que se basa, el giro dramático perfecto que necesitaba el perturbador relato de Katherine. 

Lady Macbeth es un estremecedor y retorcido relato de pasión, deseo, traición y obsesión sobre una mujer que una vez prueba la libertad hará lo que sea por conservarla. Un provocador y desconcertante thriller lleno de matices y sutilezas, de personajes imperfectos, de sentimientos ocultos y anhelos reprimidos que culmina en un desenlace inesperado y sorprendente. Inquietantemente sublime.  

Trailer: 

Gracias por leer...